El Real Madrid se coloca en lo alto de la clasificación de LaLiga después de golear en la segunda jornada al Celta en Balaídos 4-1. Los blancos, que jugaban su primer partido desde la marcha nostálgica de Casemiro, comenzaron el partido con algunas dudas.
Era innegable la sensación inicial de pérdida con tonalidades lima de melancolía en el Madrid y su camiseta. Casemiro era el palo mayor del equipo junto a Modric y Kroos y en noches de tormenta a él se agarraban todos.
Desde entonces, la conocida historia del Casemiro, Kroos, Modric, las tres dimensiones: lo alto, lo ancho, lo profundo, un triángulo multiforme que ahora se disuelve. Sin él, ya no es lo mismo. Es como ver a los Bee Gees sin uno de ellos.

No obstante, al Real Madrid le sale todo
La vida sigue, y esto es muy florentiniano. Florentino Pérez, cree en el cambio, quizás más de lo que creía Bernabéu, que al final era más pasivo. Esta es la gran enseñanza que deja su Madrid: La evolución constante, no tenerle miedo al futuro. Anticiparse. Y quizás sea lo esencialmente madridista.
“Seguimos con la obsesión de luchar hasta el final que tan buenos resultados nos dio el año pasado y, por tanto, estamos encantados”, declaró Florentino Pérez.

Y con los cambios llega un fútbol nuevo. El Madrid cambia de época. El Celta salió mejor, pero en el minuto 11, Tchouaméni ganó poderoso un balón aéreo, y el remate de Alaba, tres partidos decidiendo, forzó unas manos de VAR. No falló Benzema.
El Celta pudo responder, de idéntico modo, diez minutos después, aprovechando unas manos absurdas de Militao que Aspas convirtió. Pero el fútbol iba enseñando otras cosas.
El Celta estaba equilibrado, ordenado, acompasado, y en el Madrid los jóvenes mediocentros empezaban a guiar el equipo, estaban ya al volante formando casi un doble pivote de energía común.
Se vio su brío para defender, para robar, para subir a veces la defensa de forma prometedora; pero también para perderla rápido.
Tchouaméni y Camavinga interceptan siempre la jugada, aunque la claridad mayor en la salida la ponía Alaba o se encontraba en las fintas, elusiones y acciones de Benzema despejando el horizonte.
El fútbol del Madrid, al que todavía respondía físicamente el Celta, era frenético, tal como publica ABC.
Real Madrid es un nuevo fútbol

El merengue entra en un nuevo ritmo. Otro fútbol ya sin Casemiro. Y buscaba siempre a Vinicius, al que Camavinga sirve, suministra. El efecto es de más velocidad: van rápido y él lo acelera aún más.
Volvió a centrar el juego, a pedirlo, a acarrearlo hasta la finura de Benzema, que protestó un penalti, o de Modric, que marcó el 2-1 antes del descanso.
Tiró al suelo a Tapia y ajustó el disparo desde lejos con una fantasía de dibujo nipón, un gol que era todo juventud. Cuando hace esas cosas Modric es joven. ¡No puede envejecer jugando así! Su fútbol lo encadena a la niñez.
Estos últimos veteranos, depuradísimos de clase y peso, están subidos a un Madrid que ya va a otra velocidad. Fibra óptica, 5G.
Mendy llega, pero no dialoga y la derecha de Valverde estaba cegada por completo. Vinicius estaba muy solo hasta que Modric le puso un balón para que pudiera correr y encarar al portero marcando el 1-3 con cascabeleo de samba.
Al Celta le mantenía en el partido Mendy con sus pases al rival hasta que Tchouaméni ganó un balón y lo condujo en una contra de zancadas enormes que remató Valverde en el 1-4.
Tchouaméni el recambio de Casemiro en Real Madrid

Tchouaméni es un portento, potente y sereno, y su pareja con Camavinga, conectada de manera natural a Vinicius, lleva al Madrid a otra cosa. Otra época. Una velocidad distinta, una transición devastadora.
Modric se fue entre aplausos locales. Despierta la admirada unanimidad de Iniesta e hizo un partidazo, pero la espectacularidad mayor estuvo en la corriente entre Camavinga y Vinicius.

El sprint de primero lanzando al segundo. Ese latigazo de fútbol: Tchouaméni corta, Camavinga rompe la media y Vinicius corre la banda. Si lo descrito ya era mucho, el contragolpe de la noche fue el de Rüdiger con Benzema de GPS.
¡Qué colosal carrera del defensa! Rüdiger es como de fantasía. Benzema le dio el penalti a Hazard y lo paró Marchesín.
Es cruel la vida y casi tan cruel el fútbol. Adiós Casemiro, hola pareja frenética de mediocentros. Tchouaméni es portentoso y el Madrid, con esos jóvenes, entra en otro fútbol.
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