Recientemente, Edmundo González Urrutia, una figura relevante en la oposición venezolana, fue hospitalizado en España tras presentar un episodio de hipotensión arterial. A sus 74 años, su estado de salud es estable, y ha manifestado su compromiso de seguir participando en la lucha de la oposición.
Sin embargo, en un escenario donde la incertidumbre podría aumentar, la pregunta que no puede evitarse es: ¿qué ocurriría si en medio del proceso de transición que busca la oposición, llega a faltar Edmundo González Urrutia? Aquí el siguiente análisis.
Edmundo González, con actas de victoria en mano y respaldo en las urnas, afirma ser el presidente electo. La resistencia que ha mostrado ante campañas para desacreditar su salud y proceso político fortalece su liderazgo, pero no elimina los riesgos por la coyuntura actual.

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Según el Artículo 233 de la Constitución, si un presidente electo fallece antes de tomar posesión, el país debe convocar nuevas elecciones. Sin embargo, en Venezuela, esa norma se enfrenta a la realidad política distorsionada por la pugna entre los actores del poder.
Por lo que la falta de un acto formal de juramentación, sumada a la presencia de Nicolás Maduro en Miraflores, hace que la situación se complique aún más.
Las actas verificables y el respaldo en las urnas, actualmente guardados en bóvedas en Panamá, dejan en evidencia la legitimidad del proceso. Pero la línea de sucesión en ausencia de González Urrutia aún no está claramente definida.
La vicepresidencia, que en un escenario normal sería responsable de asumir la continuidad, no ha sido formalmente designada.

¿Qué debería hacer Edmundo González ante este cuadro?
- Formalizar su juramentación como presidente constitucional.
Esto blindaría jurídicamente su liderazgo, fortaleciendo su reconocimiento legal y político. - Facilitar la posible designación de una vicepresidencia legítima.
La juramentación permitiría nombrar formalmente a una figura como María Corina Machado, asegurando una línea de sucesión clara y estable. - Preparar y prever la gobernabilidad opositora frente a eventuales contingencias.
La designación de un vicepresidente responde a la necesidad de garantizar la continuidad del liderazgo en cualquier escenario. - Convertir la toma de posesión en una medida de protección jurídica y estabilidad institucional.
Más allá de lo simbólico, la formalización asegura un respaldo legal sólido para afrontar momentos de alta tensión. - Fortalecer la solidez legal y la previsión institucional.
La experiencia demuestra que en tiempos difíciles, tener bases jurídicas firmes y un marco institucional definido es la mejor estrategia para preservar la legitimidad y promover los procesos democráticos.
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